sábado, 8 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 56: EMPIEZA YA



-¿Qué le pasa? –Dani pregunta directamente a Anna sabiendo que yo no voy a contestarle-.

-Nada, que nos hemos puesto sentimentales aquí como dos tontas. ¿A que sí, Cris? –Asiento sonriendo un poco y Dani niega con la cabeza-.

-Mentira. ¿Crees que no la conozco? Esa es su cara de llorar por algo malo, siempre, la de llorar por emoción o tonterías es otra, sabes que tengo razón y ahí no me equivoco.

-Dani, para ya. –Anna le frena antes de que hable de más y finge que tiene que hablar con Flo para dejarnos a solas-.

Dani se sienta a mi lado en el sofá y busca mi mirada. Suspiro y agacho la cabeza.

-¿Qué te pasa, Cris? Estabas perfectamente antes y… -Le corto y le miro a los ojos-.

-Tenemos que hablar, Dani.

-Eso suena muy mal… ¿Hablar de qué?

-De varias cosas.

-Pues tú dirás…

-No, aquí no. Esta tarde estarás en casa, ¿no?

-Claro.

-Pues tengo un repor, pero luego me paso…

-Vale, ¿pero ha pasado algo? ¿Es malo?

-No. Bueno… Creo que no, no lo sé. –Suspiro y le miro- Abrázame, por favor.

Sonríe y me estrecha entre sus brazos como a una niña pequeña, protegiéndome del mundo. Escondo la cabeza en su cuello y respiro su olor, ese olor que me vuelve loca y sin el que no podría vivir a día de hoy. Se me escapan un par de lágrimas más y él me acaricia la cabeza para calmarme. Suspiro y me concentro en disfrutar de ese abrazo, el cual, si algo sale mal esta tarde será uno de los últimos.
Y sí, ahí entre sus brazos me siento protegida, siento que si una bomba detonara el mundo él y yo podríamos sobrevivir estando abrazados, contra todo y contra todos.

-Te quiero, pequeña. –Me susurra al oído y me estremezco-.

-Y yo a ti más.

Estamos un rato más en mi camerino sin hacer nada cuando me llaman para maquillaje.

El resto del día no le veo porque está grabando voces y sketches, y cuando acaba el programa yo ya me he ido a hacer el reportaje. Le envío un whatsapp diciéndole la hora sobre la que iré a su casa y al rato me llega un whatsapp de Anna: “ánimo, mi niña, que ya verás como todo sale genial. Te quiero!!”  Su mensaje hace el efecto contrario y me pongo más nerviosa aún, pero al menos me sirve para saber que tengo su apoyo.

Cuando acabamos el reportaje son las ocho, así que me voy para casa de Dani y llamo al timbre. Me abre y sonríe.

-Pero si tienes llave, tonta.

-¡Es verdad! Es la costumbre… -Sonrío y dejo el bolso en la mesita de la entrada-.

-¿Todo bien en el repor?

-Sí, bueno, algún famoso un poco borde, pero lo normal…

-Bueno, pues tú dirás, tenemos toda la noche. ¿Porque te quedas a dormir, no?

-Eso lo decidirás tú después de que hablemos… -Frunce el ceño sin entender nada y suspiro- A ver, por dónde empiezo…

-Por el principio ¿no?

-Supongo. Pero primero quiero que sepas que igual no te parece bien, igual crees que soy tonta o igual me echas de aquí en cuanto acabe de contarte todo…

-Cris, por dios, empieza ya.

-Vale…

_____________


PD: Siento muchísimo el retraso con los caps, tanto en esta historia como en la otra, pero ha sido por falta de tiempo. Gracias por seguir ahí a pesar de todo (a las que aún sigáis). Comentad qué os parece, porfi, que para mí es importante. ¡Besitos!     -Anonymous. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

CAPÍTULO 55: NO LO ENTIENDES


Llegamos a Madrid sobre las nueve y media y noto como me zarandea el brazo un poco en el coche. Me despierto frotándome los ojos, como siempre hago, y sonríe, como siempre hace.
-¿Ya hemos llegado? –Miro a mi alrededor ubicándome y me siento bien-.
-Sí. ¿Quieres que te deje en casa o vienes conmigo?
-Déjame en casa mejor, así veo a mis padres y deshago la maleta…
Dicho  y hecho. Pone rumbo a Vallecas y me deja en mi casa. Llamo a Anna y estoy un rato hablando con ella de tonterías, pero antes de colgar me dice que al día siguiente tiene que hablar conmigo y me pongo a imaginarme de todo tipo de cosas que puede decirme…
La curiosidad y el cansancio me pueden y acabo quedándome dormida en el sofá viendo la tele.

Al despertarme la mañana siguiente cojo mi coche y voy a plató. Cuando llego están los que ya han llegado en Flocución, así que voy para allá.
Solo están Anna, Flo y Dani, así que me siento en el sofá con Anna después de saludarles a los tres con un abrazo.
Me recuesto en el sofá y suspiro. Flo se ríe y me pellizca el brazo.
-¿Qué te pasa a ti hoy?
-Que estoy agotada… No veas la guerra que dan mis primos pequeños, y han sido cuatro días enteros.  –Dani se ríe por lo bajo y sonrío-.
-¿¡Tía, y esto!? –Dice Anna cogiendo el colgante que me regaló Dani-.
-¿Te gusta? Me lo regalaron por mi cumple. –Sonrío al recordar esa noche y miro a Dani de reojo. Me llega un whatsapp y saco el móvil para mirarlo justo cuando veo que Dani guarda el suyo. Sonrío y lo abro-.

“Buenos días, princesa… Mientes muy bien, por cierto ;)” Giro disimuladamente el móvil para que Anna lo lea y se ríe. Me coge del brazo para que me levante y agarro mi bolso.
-Nosotras nos vamos, que tengo que hablar con Cris. Sed buenos, eh. –Se ríen, nos despedimos de Dani y Flo y vamos a mi camerino-.
-Dime de qué tenías que hablar conmigo, que me tienes toda la noche intrigada. –Sonrío y nos sentamos en el sofá-.
-Pues a ver… Yo volví de Barcelona el viernes, y quedamos algunos del equipo para tomar un café. Me dijeron que te llamara y tal, pero como sabía que estabas con Dani ni lo hice, les dije a todos que Dani estaba en León y tú en la parcela con tu familia, y se lo creyeron. El caso es que cuando todos empezaron a irse nos quedamos Flo y yo solos, y me preguntó si estabas bien, entre lo del accidente, que ve que comes muy poco y que él sabe que Dani y tú os queréis. Le dije que no se preocupara porque tenías a Dani como amigo, pero Cris, yo no sé cuánto tiempo más debéis llevar esto en secreto… -Agacho la cabeza y noto como se me humedecen los ojos-.
-¿Y qué alternativa tenemos? –Caen las primeras lágrimas por mis mejillas y Anna me coge la mano-.
-No sé, Cris… Pero a ver. Realmente, el problema es de los jefes de arriba, no de Flo. Él no quiere que estéis juntos por ellos, para no defraudarlos, pero creo que estaría bien que se lo contarais, más que nada por vosotros, y porque no se merece que le mintáis…
-Pues claro que no se lo merece, Anna, pero ¿y si no se lo toma bien? Puede despedirnos. Y yo soy prescindible, pero Dani, Flo y tú no. Si despide a Dani el programa se va a la mierda. –Rompo a llorar y Anna me abraza-.
-Eh, aquí nadie es prescindible ¿vale? No digas eso…
-Ojalá pudiera ser todo más fácil, pero no quiero que por una tontería nuestra el programa se vaya a la mierda, Anna.
-¿Pero qué dices, tía? Esa es la parte que tú no entiendes. –La miro aún llorando sin entender nada-.
-¿Cómo?
-“Una tontería nuestra”. Es que, Cris, no es una tontería vuestra, es vuestra relación, os habéis enamorado y eso es de las pocas cosas que no se pueden evitar, y Flo segurísimo que lo entiende. Mi consejo es ese, que deberíais intentar hablar con él. Hay cosas que perder, pero también hay mucho que ganar…
-Vale… ¿pero y si Dani no quiere?
-Dani quiere lo mejor para ti, cariño, y que tengáis que estar continuamente disimulando no es bueno ni para él, ni para ti, ni para tu salud. Aún no estás bien completamente, te lo recuerdo. –Suspiro y me seco las lágrimas-.
-Y Anna, tengo que contarte una cosa…
-Tú dirás. –Sonríe y me coge la mano-.
-No me ha bajado la regla, tengo un retraso de más de dos semanas… -Abre los ojos como platos-.
-¿Pero te has hecho el test de embarazo?
-No… Estoy acojonada, Anna.
-¿Habrás hablado con Dani, verdad? –Agacho la cabeza y me muerdo el labio- Joder Cris… Tienes que decírselo, cuanto antes mejor, y cuanto antes te hagas la prueba antes sales de dudas.
-Tengo mucho miedo… ¿Y si me deja? ¿Si se acojona y quiere salir corriendo?
-Cris, Dani no va a hacer eso. Te quiere, joder. Va a estar a tu lado.
-Ya, pero…
-Nada de peros, hoy mismo quiero que se lo digas ¿me oyes? No es algo con lo que jugar. Además, ya verás como al final se queda en un susto, que a todas nos ha pasado algo así.
-Pues hablaré con él… Muchas gracias Anna, de verdad. –La abrazo y justo cuando va a empezar a hablar entran Dani y Flo haciendo una broma, pero se les borra la sonrisa cuando ven que he estado llorando-. 

domingo, 7 de octubre de 2012

CAPÍTULO 54: UN PAR DE TONTOS


Maletas hechas, todo recogido y ganas de quedarme allí a vivir con él.
-Pequeña, ¿lo tienes todo? –Agacho la cabeza y suspiro-.
-Sí…
-Ei, ¿qué pasa? –Me acaricia los hombros y me levanta la cara-.
-Que no me quiero ir, jo. –Sonríe y me abraza estrechándome contra su pecho-
-Yo tampoco, pero pronto haremos otro viaje juntos, te lo prometo.
-Vale… Me lo has prometido, eh. –Levanto la cara sin separarme de su abrazo y sonrío un poco- Ahora me va a costar mucho dormir solita.
-Bueno, ahora tienes una llave de mi casa, así que cuando no quieras estar sola, ya sabes donde encontrarme. A no ser que esté por ahí de fiesta emborrachándome y llene la casa de tías, claro… -Me río pegándole en el brazo-.
-Qué tonto eres. No me digas esas cosas…
-Lo de la llave sí iba en serio, eh.
-Ya lo sé. –Rozo mis labios con los suyos y le dejo un beso suave- Vámonos, anda, que no quiero llegar muy tarde a Madrid.
-Sí, vamos. –Sonríe y salimos de allí-.

Conduzco yo las dos primeras horas y él las dos últimas, y así los dos tenemos tiempo de descansar un rato. Entramos a una zona de la carretera en la que no hay cobertura y la radio no se escucha, así que pongo el disco de Supersubmarina y canto bajito las canciones golpeando el volante al ritmo de la música.
Dani se ríe y me mira y bajo un poco el volumen.
-¿Qué pasa?
-Nada, que me encanta verte tan contenta. –Sonrío y sigo cantando fijándome en la carretera. Noto que Dani sigue mirándome y me pongo nerviosa-.
-A ver Dani, ¿qué quieres? Desembucha, chico.
-Es una tontería…
-Bueno, me he acostumbrado a escuchar tus tonterías. Va, dímelo.
-En verano, cuando no estábamos juntos…
-¿Sí…?
-Tú y Chino… -Suelto una pequeña carcajada y se lleva las manos a la cara avergonzado- Da igual, no me contestes si no quieres.
-No seas tonto. –Me paro en un semáforo y me giro para mirarle- Claro que te contesto. Cuando me dejaste en verano hacía unos dos meses que me habías presentado a Chino ¿no?
-Sí, más o menos.
-Bueno… El caso es que venía a verme al hospital a veces cuando no estaba de gira y estuvo a mi lado apoyándome. Cuando me dieron el alta quedamos varias veces y sí, intenté estar con él, pero no podía. Mi cabeza me decía que me gustaba, que podríamos ser felices juntos, pero en el fondo sabía que mi corazón estaba aquí –le señalo su pecho y sonríe como un tonto- O sea, que no, no hubo nada importante entre nosotros, pero nos besamos. –Arranco de nuevo al ver el semáforo en verde-.
-Gracias… -Sonrío y le miro de reojo-.
-Y ya que estamos aquí confesando… Yo no voy a dar tantas vueltas… ¿Qué tuviste con Lara Álvarez? –Da un respingo en el asiento sorprendido y sigo mirando a la carretera-.
-A Lara la conocí en la radio un día, y como teníamos amigos en común nos vimos varias veces. Me lié con ella, pero cuando íbamos a ir a más siempre aparecías tú en mi cabeza, tu risa, tu olor, todo… Así que también me di cuenta de que iba a ser imposible enamorarme otra vez. De hecho, no creo que me enamore nunca más. Dicen que el amor verdadero solo se siente una vez, ¿no? Pues yo sé que es esta. –Sonrío y le pongo la mejilla para que me dé un beso-.
-Mejor… -Se ríe y me mira-.
-¿Por qué lo dices?
-Nada, da igual.
-No, ahora lo dices tonta, venga.
-Nada, que la Lara esa tiene una pinta de guarra que no puede con ella. –Se empieza a reír a carcajadas y sonrío- Eh, que es verdad… Esa empezó a chuparla a los doce años. –Se ríe más fuerte y le doy en el brazo- Cállate ya, pesado…
-Madre mía… ¿Cómo se te ocurren esas cosas? –Me río y le miro-.
-Pero si es verdad… Tiene cara de guarra.
-Es buena chica, no sé, es un poco flipada. –Me coloco bien en el asiento-.
-Vaya par de tontos, eh… Uno por cada lado intentando liarse con otras personas.
-Pues sí… Pero bueno, lo importante es que ahora estamos juntos y que esto no tiene fecha de caducidad. Infinito elevado al infinito, ¿no, pequeña? 

domingo, 30 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 53: IMBÉCIL



Ya era sábado y teníamos que volver a Madrid a medio día, así que nos esforzamos en aprovechar bien la mañana.
Desayunamos de nuevo en la terraza, y cuando recogimos todo decidimos bajar al jardín.
-¿Seguro que no es peligroso? –pregunté antes de bajar-.
-Sí, Cris. Hay lobos, y bichos, nos van a comer… -retrocedí y se rió tirando de mí- No seas tonta, que aquí el único que te va a comer soy yo.
-Cómo aprovechas… -Me pegó a él y me besó el cuello dejando pequeños mordiscos-.

Bajamos y comenzamos a andar por el césped. Desde ahí era todo aún más bonito, pero cada vez que Dani empezaba a andar hacia el lado del pozo yo le tiraba un poco del brazo para que fuéramos hacia el otro lado. Y cómo no, empezó a picarme…
-Te da miedo…
-No me da miedo, pero quiero ir por ahí.
-Te da miedo y lo sabes.
-Que no me da miedo. –Miré el pozo y me crucé de brazos-.
-Que sí. –Le pegué un empujón y seguí andando hacia el lago-.
-Que te den, Daniel. –No tardé en sentir sus manos rodeando mi cintura y sonreí un poco. Me susurró al oído-.
-Miedica… -Me estremecí y sonrió en mi oreja-.
-Sabes que si no fuera eso uno de mis puntos débiles te pegaría ahora mismo…
-Ya, pero qué pena, porque conozco todos y cada uno de tus puntos débiles. ¿O no? –Siguió susurrándome y cerré los ojos asintiendo-.
-Eres imbécil… -Me giró poniéndose en frente de mí y sonrió mordiéndose el labio-.
-¿Ah sí?
-Sí.
-¿Cuánto? –Me agarró de la cintura fuerte y evité sonreír-.
-Mucho. –Giré la cara evitando un beso-.
-Eh, deja que te bese, tonta.
-No, no… -Puse una sonrisa pícara y me separé de él un deshaciéndome de sus brazos-.

Se acerca a mí y yo me voy alejando conforme él da pasos hacia delante, me río y empiezo a correr, pero me alcanza levantando mis pies del suelo y caemos sobre el césped. Me río, ya sin fuerzas, y me giro para mirar a Dani a los ojos. Se apoya sobre un brazo y pone su mano en mi barriga. Siento un escalofrío. Sonrío y se acerca a mis labios para besarme muy despacio. Comienza a bajar sus besos desde mi boca hasta mi cuello y le agarro de la camisa para que se coloque encima de mí. Lo hace y le acaricio el pelo de la nuca cerrando los ojos. Se separa un poco y se ríe.
-Para que luego digas que no quieres que te bese, eh Pedroche…
-Calla, imbécil. –Le pego suave en el brazo y me sonrojo-.
-Ah, ¿pero que sigo siendo un imbécil? Entonces mejor me voy. –Va a levantarse pero le agarro del brazo-.
-No te vayas… Que eres un imbécil, pero eres mi imbécil. –Puse cara de niña buena y me mordió suave el labio sonriendo-.
-Te quiero, ¿lo sabes?
-Sí… -Respondo con voz dulce y acaricio mi nariz con la suya sonriendo-. Y yo a ti, mucho, mucho, mucho.

Sonríe y vuelve a bajar sus besos a mi cuello, siguiendo ese camino que sabe que me vuelve loca. Cierro los ojos de nuevo y mis manos se pierden en su pelo. Se acomoda encima de mí cuando le dejo hueco entre mis piernas y su mano se cuela por debajo de mi camiseta. La sube lentamente y va a parar debajo de mi sujetador. Sonrío arqueando la espalda pidiéndole más pero cuando va a quitarme la camiseta le freno. Saca la cabeza de mi cuello y yo intento hablar normal.
-Dani, ¿aquí…?
-No hay nadie.
-Ya, pero no sé…
-Lo único que yo sé es que te apetece tanto como a mí. –Sonrío al escucharle y asiento un poco con la cabeza, gesto que le sobra para volver a atacar-.

Sube a mis labios y nos besamos apasionadamente hasta que me gira para quedar encima de él. Y allí, en el jardín de esa casa perdida en medio de la nada, nos desnudamos poco a poco, besando todas las partes del cuerpo del otro y disfrutándonos como dos locos. Me hace suya y yo le hago mío una de tantas veces más. 

martes, 25 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 52: TE ENCANTO


Tercer día. Al siguiente teníamos que volver a Madrid y estaba claro que a ninguno de los dos nos apetecía.
Por la mañana me despertó la luz que entraba por la ventana, me levanté con pereza a cerrarla y volví a la cama. Por suerte, la tormenta duró solo una noche y no nos jodió todas nuestras mini vacaciones.
Eran ya las diez de la mañana, así que decidí despertar a Dani. Me senté a su lado en la cama y comencé a acariciarle con un dedo la espalda y el brazo, pero no se despertaba.
Me agaché y le dejé un camino de besos por su columna, desde la nuca hasta la cintura. Se giró en la cama quedando boca arriba y parpadeó un par de veces, pero volvió a cerrar los ojos. Le besé en la mejilla varias veces y le acaricié su nariz con la mía.
-Dani, no te duermas.
-Un ratito más… -Me agarró del brazo tirando de mí hacia abajo y me abrazó contra su pecho-.
-Que no, pesado, que ya son las diez y media, levanta. –Volví a quedarme sentada y se tapó la cabeza con la manta-.
-Me duele la cabeza, Cris…
-¿En serio, o es para no levantarte?
-En serio, creo que tengo fiebre… -Le quité la manta de la cabeza y le puse una mano en la frente-.
-Creo que sí. ¿Tienes frío? –Asintió tapándose otra vez y me levanté vistiéndome-.
-Pero no te vayas… -Me agarró la mano y se la acaricié-.
-Voy a traerte una camiseta y algo para la fiebre, cielo, ahora vengo.

Fui a la cocina a prepararle algo de desayuno para que pudiera tomarse la pastilla y cogí de su maleta una camiseta que tenía pinta de abrigar bastante. Dejé el desayuno en la mesita y le ayudé a ponerse la camiseta y a comer un poco. Se tomó la pastilla y me cogió la mano abriendo un poco los ojos.
-Quédate aquí conmigo, porfa. –Sonreí y me senté a su lado-.
-Nunca te habías puesto malito desde que estamos juntos. –Sonrió y apoyó su cabeza en mi barriga-.
-Pues ahora soy yo el que quiere mimos…
-Qué tonto… -Le acaricié el pelo tapándonos con la manta y me reí-.
-Voy a pensarme lo de fingir que me pongo malo si me cuidas tan bien, eh.
-No… Que no me gusta verte así. –Se giró sonriendo y me dio un beso en el estómago colocándose bien en la cama. Me acosté yo también y metió la cabeza en mi cuello abrazándome-.
-Esto en dos horas se me pasa, ya verás. –Noté como tiritaba y le puse otra manta por encima-.
-Sí, tiene toda la pinta… -Acabó quedándose dormido en mi cuello y a los tres cuartos de hora me levanté-.

Recogí la habitación sin hacer mucho ruido y preparé la ropa para que al día siguiente solo tuviera que meterla a la maleta. También doblé la de Dani y la coloqué junto a la mía.
Fui al pequeño salón de la casa y me lo pensé un momento, pero al final salí por esa pequeña puerta apartando el armario al jardín de la casa, al lugar de Dani, que ahora era mío también. Estuve allí sola una media hora con la manta que nos habíamos dejado la otra vez sobre los hombros porque hacía frío. Miré los escalones que llevaban hasta la cascada y el cartel de “NO PASAR”. Supongo que me pasó como a todos los demás, que cuando hay algo prohibido solo queremos hacerlo, por peligroso que sea o las consecuencias que tenga. Quería bajar a ese jardín.
En ese momento Dani apareció por la puerta restregándose los ojos. Me levanté y fui hacia él para meterle dentro.
-Dani, ¿qué haces? No salgas con este frío, vuelve a la cama, anda.
-Es que no sabía donde estabas. –Sonreí y fui con él dentro-.
-Estaba pensando…
-¿En qué?
-Un poco de todo. Acuéstate. ¿Te encuentras mejor?
-Un poco, pero quédate conmigo allí, por favor… -Le acaricié la espalda sonriendo y le arropé con las mantas sentándome a su lado en una silla-.
-Vale, me quedo. –Sacó una de las manos y se la cogí con las mías-.
-¿En qué estabas pensando antes?
-En muchas cosas… En nosotros, en lo que me está gustando esta escapadita, en Flo, en el programa, en la curiosidad por bajar a ese jardín… -Sonrió y tiró de mi mano-.
-Abrázame. –Dijo en un susurro-.
Me senté en la cama y Dani se incorporó un poco, le abracé dejando su cabeza apoyada en mi pecho. Le acaricié el pelo suavemente y sonrió escondiendo su cabeza en mi cuello.
-Gracias por todo, Cris.
-Nada de gracias. ¿Tienes hambre? –Negó con la cabeza y se acostó de nuevo-.
-Te estoy jodiendo el día…
-¿Pero qué dices, tonto? Me encanta cuidarte, me siento útil. Además, mientras dormías he preparado toda la ropa de los dos y así mañana solo tenemos que meterla en las maletas.
-Gracias, pequeña. –Me acerqué a él y le di un beso suave en la mejilla. Cerró los ojos sonriendo y me quedé un rato más con él hasta que volvió a dormirse-.

Fui al baño a darme una ducha y comprobé que seguía sin bajarme la regla. Suspiré y me fui a la cocina a preparar algo de comer para los dos. Cuando Dani se despertó otra vez comimos y volvió a tomarse la pastilla, parecía que ya estaba mejor.
El resto de la tarde nos la pasamos viendo películas en la pequeña tele del salón y riéndonos de tonterías.
Al llegar la noche ninguno de los dos teníamos sueño, él por haber estado todo el día durmiendo y yo por estar todo el día sin hacer nada. Salimos a la terraza de la casa y a mí me seguía comiendo la curiosidad.
-Dani… -Se rió sabiendo qué iba a decirle y me abrazó por los hombros-.
-Que sí, pesada, que mañana bajamos ahí si quieres. Yo bajé una vez, pero me cagué de miedo y volví dentro, quería llegar a la cascada, tiene que estar bien. -Sonreí con su respuesta y le besé la mejilla dulcemente- Odio estar malo, solo porque no me das besos de verdad…
-Creo que podrás soportarlo, ponte bueno pronto y así puedo besarte. –Se rió y fuimos dentro agarrados de la cintura-.
-¿Bueno? Si yo estoy buenísimo, ¿es que no me ves? –Le pegué en el hombro y nos tumbamos en la cama-.
-Eres un flipado.
-Pero te encanto.
-Qué le vamos a hacer… -Se apoyó sobre el codo y le di un pequeño beso en los labios-.
-¿Sabes que te quiero mucho, verdad, mi niña? –Sonreí acomodándome sobre su pecho y cerré los ojos. Me acarició el pelo y empecé a quedarme dormida-.
-Y yo a ti también.  

viernes, 21 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 51: DIFERENTE


Me separó un poco de él cogiendo mi cara entre sus manos y me limpió las lágrimas sonriendo un poco.
-¿Qué te pasa, pequeña?
-Me pasa que te quiero, que todo esto no parece real, no puede ser real algo tan perfecto… Eres tan diferente a… No sé, a todo y a todos. No sé ni como explicarlo.
-Y tú eres perfecta, esto que tenemos es perfecto, y es para siempre.
-¿Infinito elevado a infinito?
-Y no se puede más. –Sonreí como una niña pequeña y me acercó a él para besarme la mejilla dulcemente. Se acercó a mi oído y me susurró un pequeño “te quiero” en él. Busqué sus labios y choqué su boca con la mía en varios besos cortos. Introdujo sus manos debajo de mi camiseta pero le frené-.
-Espera…
-¿Qué pasa? –Sonreí y fui hasta mi bolso a la entrada, me siguió y coloqué la llave que acababa de regalarme en mi llavero. Sonrió al ver lo que hacía y me abrazó por detrás bajando sus besos por mi cuello muy despacio- Falta el postre…
-Creo que puede esperar. –Cerré los ojos tras decirle esto y eché la cabeza hacia atrás dándole más accesibilidad a mi cuello-.

Esta vez sí, coló sus manos debajo de mi camiseta y me acarició el estómago haciendo círculos alrededor de mi ombligo mientras me besaba el cuello muy despacio. Subió sus manos por mis costados y suspiré provocando su sonrisa en mi cuello. Se deshizo de mi camiseta cuando le molestaba y bajó el tirante de mi sujetador agarrándolo con los dientes.

Me giré para quedar cara a cara con él y le besé haciendo que nuestras lenguas se entrelazaran una vez más dentro de nuestras bocas.
Bajé mis manos por su pecho y cuando llegué al extremo de su camiseta tiré de esta hacia arriba para quedar en igualdad de condiciones.
Dí un paso al frente haciendo que nuestros cuerpos chocaran. Al sentirlo, al sentirme, me agarró de la cintura para que no me separara y suspiré dentro del beso.

Me cogió en brazos como una princesa y fue hasta la habitación. Me tumbó en la cama y se sentó a mi lado sin dejar de besarme. Cuando me cansé de esa posición tiré de su brazo para que se tumbara encima de mí y así lo hizo.
Siguió besándome despacio y comenzó a bajar sus besos desde mi boca hasta mi cuello. Coloqué las manos en su espalda y clavé mis uñas suavemente en ella. Sonrió en mi cuello y yo solté una pequeña risita.

Me agarró los brazos subiéndolos por encima de mi cabeza y me cogió las dos manos con una de las suyas y con la otra me acarició la barbilla mirándome a los ojos. Sonreí y volvió a esconder su cabeza en mi cuello.

Bajó los besos por mi garganta hasta llegar a mi pecho y fue dejando pequeños besos lentos en el límite de mi sujetador.
Solté un pequeño gemido cuando me clavó suavemente los dientes en el pecho y su boca siguió bajando hacia abajo. Arqueé la espalda pidiéndole más y la mano que no sujetaba las mías se metió debajo de mi sujetador.

Me soltó las manos y tiré de él hacia arriba para volver a atrapar su boca con la mía. Nos giré para quedar encima de él y aprovechó la posición para deshacerse de mi sujetador.
Recorrí cada milímetro de tu pecho con mis manos y le besé el cuello lentamente, aumentando el ritmo cuando él me acariciaba todos mis puntos débiles que ya sabía de memoria.
Sonreí satisfecha al escuchar sus leves gemidos en mi oído y terminamos de desnudarnos mutuamente para luego cambiar posiciones.

Él volvió encima de mí y los dos disfrutamos de las caricias del otro unos minutos más.
Se introdujo dentro de mí muy despacio y los dos dejamos que nuestros gemidos de placer se perdieran en el aire mientras me hacía el amor despacio, sin prisas, libres, demostrándome que me quería y confirmando mis sospechas de que sí, de que él era diferente. Lo nuestro era diferente. A todo y a todos.

jueves, 20 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 50: TERCER REGALO


Para Raquel, por ayudarme con esto, 
por todas esas noches increíbles 
y por ser tan paciente. 
Te quiero, cuchufleta.

Al rato salimos de la bañera y me abrazó de nuevo rodeándome con la toalla. Le revolví el pelo y nos pusimos el pijama, porque estaba lloviendo todavía y no saldríamos a la calle. Me puse su sudadera enorme y le abracé por detrás.
-¿Y cuándo me das mi último regalo?
-Después de cenar, que te voy a preparar una cena de princesa, ya verás.
-Hmm… Qué ganas de ver eso. -Le dejé un beso en la clavícula y se giró para abrazarme- ¿Estás mimoso tú hoy?
-Sí… -Puso voz dulce y le besé la mejilla varias veces-.
Nos fuimos al sofá y estuvimos el resto de la tarde viendo películas abrazados, hasta que se hizo la hora de cenar y Dani empezó a prepararlo todo, y no me dejó mirar nada hasta que estuvo acabado.

Preparó una mesa perfecta, y la cena más aún, y a una de las sillas había atado con una cuerda un globo rojo. Sonreí al ver todo eso y me abrazó por detrás dándome un beso en el pelo. Puse mis manos encima de las suyas, apoyadas en mi estómago y las acaricié suavemente.
-Me encanta… -Me di la vuelta subiendo los brazos a su cuello y le dejé un tierno beso en los labios- ¿Y ese globo?
-¿Te acuerdas de nuestra primera cita? –Sonreí ampliamente y volví a besarle-
-Nunca voy a olvidarla. Me regalaste un globo igual… -Me besó él a mí-.
-Exacto. Y dentro del globo está tu regalo. –Me zafé de su abrazo y me dirigí al globo, pero me cogió del brazo y me giró hacia él- No tan rápido, Pedroche. Que primero hay que cenar.

Me pasé toda la cena fijando la mirada en el globo para intentar ver mi regalo, pero no se veía nada, así que Dani se dio por vencido antes de los postres y me dejó coger el regalo.
Cogí un tenedor y exploté el globo, haciendo que mi tercer regalo cayera al suelo. Me agaché y recogí el pequeño objeto plateado. Una llave.
Me incorporé a la vez que él se levantaba de la silla y le miré a los ojos sonriendo levemente con la llave en la mano.
-Sé que es pronto, y todo eso, y no te estoy pidiendo que vengas a vivir conmigo si tú no quieres, pero quiero que tengas la llave de mi casa y que entres y salgas cuando quieras, quiero que, cuando te apetezca, sea también tu casa.

En ese momento se me borró la sonrisa y recordé algo de hace un año justo…
“-¡Mamá, me voy a casa de Miguel! –Veo como mi madre se acerca hacia mí corriendo y me llena la cara de besos-.
-Ay mi niña, qué mayor te estás haciendo… ¿Vas a dormir con él?
-No, luego saldré con Irene y las chicas y dormiremos todas juntas para celebrar el cumple. –Sonrío y mi madre esboza una sonrisa enternecedora-.
-Vale cielo, no bebáis mucho, y volved pronto a casa y todo eso… Y pásalo bien, disfruta de lo que te queda de cumple.
-Gracias mami, lo haré. –Vuelve a besarme y salgo por la puerta-.

Llevo unos días enfadada con Miguel, me trata mal y no me gusta… Pero al fin y al cabo es mi novio, no puedo decir que no quiero verle en el día de mi cumpleaños.
Subo al autobús y en la parada que queda más cerca de su casa me bajo. Llamo al timbre y espero a que me abra la puerta apoyada en la pared de en frente. Me abre y le abrazo.
-Felicidades, cariño.
-Muchas gracias. –Sonrío y le doy un pico. Entramos a su casa y dejo el bolso en la mesa-.
-¿Qué tal has pasado el día?
-Genial, con mis primos y mi familia… Adoro estar con ellos. –Veo como deja de sonreír y me agarra una mano-.
-Pero tú eres mía.
-Yo no soy de nadie, Miguel. –Me aprieta más fuerte sonriendo falsamente y al poco rato me suelta. Odio que haga eso-.
-Bueno, voy a darte mi regalo. –Sonrío y le sigo hasta la habitación. Abre el cajón de su mesita de noche y saca una caja negra. Me la da, y al abrirla me encuentro una llave, de su casa-.
-Mi… Miguel, ¿y esto?
-Quiero que te vengas a vivir conmigo, para estar más tiempo juntos. –Cierro la caja y se la devuelvo agachando la cabeza-.
-No, Miguel… No quiero. Ahora estoy bien con mis padres y no quiero dejar mi casa todavía. –Noto el enfado en sus ojos y retrocedo por instinto. Se acerca a mí hasta que quedo pegada a la pared y me agarra de los hombros besándome el cuello-.
-No pasa nada, cuando estés preparada… -Pero yo sé que no es sincero, que está cabreado-.
Comienza a besarle y le sigo el juego, hasta que es desagradable. Me muerde el labio y me hace daño. Me quita la camiseta de un tirón y me empuja a la cama poniéndose encima de mí. Me agobia. Empieza a acariciarme todo el cuerpo y me muerde el cuello. Me hace daño otra vez, tanto con sus manos como con sus dientes, e intento separarme.
-Miguel, no quiero… Tengo que irme a cenar con Irene. –Se separa un poco y aprovecho para salir de debajo de él. Me mira furioso mientras me pongo la camiseta y me agarra del brazo-.
-¿Es que no te vas a quedar a dormir?
-No, Miguel, quedé con ellas hace semanas, no puedo dejarlas tiradas. –En ese momento me da un bofetón en la cara con todas sus fuerzas y choco contra el suelo. Me levanto rápido sin mirarle y cogiendo mi bolso salgo de su casa después de escuchar como me llama zorra-.”

Cerré los ojos fuertemente y no dejé que Dani hablara más, me tiré a sus brazos enganchándome a su cuello y escondí la cabeza ahí. Tenía los ojos encharcados y apretaba muy fuerte la llave dentro de mi mano.
Al principio Dani se sorprendió, luego me abrazó estrechándome contra su pecho y no fue necesario que ninguno de los dos dijera nada más. 

martes, 18 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 49: MASOCA...



Me desperté cuando un trueno retumbó en el cielo y eran las seis de la tarde, me había quedado dormida, después de comer, encima de Dani pero ahora no estaba. Fui a la habitación, al baño y a la cocina gritando su nombre pero no contestaba nadie, entonces vi una nota pegada a la puerta.

“He bajado al pueblo a comprar un par de cosas para esta noche, pero vuelvo pronto. Te quiero”

Otro trueno. Fui a la habitación y me escondí debajo de las mantas. El viento y la lluvia golpeaban las ventanas y, para qué negarlo, tenía miedo allí sola.
Dani tardó solo quince minutos en llegar, aunque se me hicieron eternos, cuando le vi aparecer por la puerta salté de la cama y me acurruqué en su pecho. Dejó las bolsas en el suelo y me estrechó contra su pecho tosiendo.
-Ei, pequeña, ¿qué pasa?
-Que tenía miedo… Y tú estás empapado… -Me separé un poco y se quitó la sudadera-.
-Ya… Es que fui andando porque hacía buen tiempo, y mira ahora.
-Pues corre a la ducha, que como te pongas malo la hemos liado. –Sonrió y se quitó la camiseta, también empapada-.
-Vale, voy…

Llevó las bolsas a la cocina y cogió algo que no pude ver de una de ellas guardándoselo en el bolsillo de los vaqueros. Me senté en el sofá y puse la tele, pero a los cinco minutos más o menos Dani me llamó.
-Cris, ¿puedes venir?
-Sí, ¿qué quie… -Entré al baño y vi que había llenado la bañera de agua y espuma y había puesto velitas alrededor. Sonreí y me giré hacia él- ¿Y esto?
-Pues que una ducha juntos iba a ser muy cutre para celebrar tu cumple, ¿o no?

Volví a sonreír y subí mis brazos a su cuello rodeándolo.
-Te quiero. –Rocé mis labios con los suyos y sonrió-.
-Y yo, mi niña. –Junté nuestros labios en un beso rápido y una de sus manos se coló en mi camiseta. Le acaricié el pecho y me separé un poco-.
-Dani, estás helado.
-Hombre, sigo empapado y hace un frío horrible ahí fuera, quizá eso cuente…
-Imbécil… -Me reí y le golpeé el brazo- Pues métete en la bañera, que voy a coger dos toallas.

Fui a la habitación a por las toallas y al volver al baño las dejé encima del lavabo, apagué las luces para que solo se vieran las velas y me desnudé para entrar con él a la bañera.
Me senté de espaldas a él apoyando mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, noté como se aferraba a mi cintura con sus brazos y sonreí.
-Definitivamente… Este es el mejor cumpleaños de mi vida.
-Me alegro, chiquitina. ¿Y a tus padres no les ha molestado que vengas? Ellos también querrían estar contigo… -Me giré un poco para mirarle y dejó un beso en mi mejilla-.
-Qué va. A mi madre le encantas, y mi padre dice que me convienes, que no te deje escapar. ¿Quieres que te cuente una cosa? –Volvió a besar mi mejilla con una sonrisa de niño pequeño emocionado y asintió con la cabeza- A ver… Bueno. Cuando me dejaste y me ingresaron, al despertar en el hospital estaban mis padres, y me preguntaron que qué había pasado. Les conté que estaba haciendo el tonto en casa y que me caí y me di un golpe en la cabeza, no les dije que me desmayé por el mensaje, y… -Agachó la cabeza y busqué su mirada- Dani, que está todo bien, estoy bien, y estamos juntos ¿no? No te culpes más por eso…
-Pero es que yo tuve la culpa, Cris…
-No. Tú intentaste hacerme más fácil dejar de quererte creyendo que te odiaría, pero no pude, así que no es culpa tuya… Deja que termine de contártelo.
-Vale. –Suspiró y me eché el pelo a un lado-.
-Bueno, como mis padres te tenían en un altar y en cierto modo yo no quería aceptar que todo había sido mentira, que en realidad no me querías, les conté que nos peleamos y que nos estábamos dando un tiempo, y que no venías a verme porque estabas en un viaje de negocios, pero que estábamos bien.
-¿Por qué hacías todo eso? Y aquel día en plató, delante de Anna… ¿Por qué no le dijiste que te habías mareado por mi culpa?
-Pues porque la cara que mostrabas conmigo era realmente asquerosa, y no quería que nadie se enfadara contigo por mi culpa. Yo te seguía queriendo, al fin y al cabo. –Me abrazó más fuerte y sonreí. Pegó sus labios a mi cuello y me susurró al oído-.
-Yo también te he querido, siempre, siempre, siempre.

Bajó otra vez con sus labios a mi cuello y comenzó a besarme muy despacio, mi respiración empezó a acelerarse y subió su mano de mi cintura a mi pecho, con la otra me sujetaba fuertemente pegándome a él. Suspiré cerrando los ojos y eché la cabeza hacia atrás dándole más accesibilidad. Sonreí al notar que él también se estaba poniendo contento y me apoyó en la bañera para dejarse caer encima de mí. Entendí que quería llevar las riendas y me dejé hacer, agarrándome a sus hombros con la poca fuerza que tenía ya… Puse las plantas de mis pies en la bañera doblando las piernas y se colocó en medio de estas.

Dirigió sus besos por mi pecho y atrapó mi pezón con sus dientes, yo le clavé las uñas suavemente en la espalda y solté un gemido agudo.
-Dani… -Subió de nuevo hasta mi boca y le mordí el labio con pasión impulsando con ansia mis caderas hacia arriba- Sigue.
Sonrió pícaramente y bajó su mano por mi estómago hasta llevarla entre mis piernas, le mordí en el hombro y le besé el cuello al mismo ritmo que él me acariciaba.
Escondí mi cabeza en su cuello acariciándole el pelo de la nuca y me agarró fuerte de la cintura para atraerme hacia él e introducirse dentro de mí.
Le arañé la espalda y soltó una risita nerviosa mientras se movía encima de mí.

-Adoro que hagas eso. -sonreí al escuchar su voz igual de entrecortada que la mía-.
-Masoca…
-No… -gemí y él suspiró- Me pone mucho –Volví a clavar mis uñas en su espalda y sonrió-.
-Me encantas.
-Exagerada. –Le besé el cuello demostrándole lo mucho que me gustaba y le mordí el lóbulo de la oreja-.
-Calla y sigue.

Aumentó el ritmo y tras varios gemidos más por mi parte y mordiscos por la suya terminamos. Se quedó tumbado encima de mí y le rodeé el cuello con los brazos abrazándole contra mi cuerpo, él se aferró a mi cintura y nuestros cuerpos quedaron pegados a cada milímetro. Sonreí y le mordí suavemente la oreja. Me dio un beso entre el hombro y el cuello y escondió la cabeza ahí.
-Y yo adoro que hagas eso siempre que terminamos de hacer el amor… -Noté su sonrisa en mi cuello y se incorporó un poco para  besarme-.
-Y yo te adoro a ti, ¿eso sirve?
-Siempre sirve. –Sonrió y me estrechó contra su pecho volviendo a besarme lento, suave, entrelazando nuestras lenguas tranquilamente-. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 48: MI LUGAR ESPECIAL



Después de estar un rato calmando nuestras respiraciones nos duchamos juntos y, finalmente, nos vestimos. Mientras preparaba el desayuno le abracé por detrás dejando un beso en su espalda y le susurré al oído.
-Creo que antes ha sido suficiente para convencerte a que me des mi regalo, ¿o no? -Se estremeció y sonreí al notarlo-.
-Sí... La verdad es que sí. Si vas a convencerme de todo así a partir de ahora...
-Ay calla, tonto, que me da vergüenza. -Me sonrojé y se dio la vuelta acariciándome las mejillas-.
-Qué bonita eres... -Sonreí y me dio un suave beso en los labios- Va, voy a por tu regalo.

Me senté en la encimera de la cocina y esperé a que Dani volviera con mi regalo. Lo trajo envuelto en un papel precioso que intenté no romper al abrirlo, pero acabé desesperándome como siempre y rompí el papel.
Cuando vi el regalo se me humedecieron los ojos.
Era una especie de libro lleno de fotos nuestras desde el día que empezamos, incluso de cuando no estábamos juntos. Había una foto mía en el hospital, pero no quiso decirme cuándo me la había hecho. Debajo de cada foto, por los lados, arriba... Por todos lados había frases y comentarios que él había escrito, y en la última página una especie de carta preciosa.
Le miré a los ojos y una lágrima cayó por mi mejilla.
-Dani... Esto es... En serio, es...
-Me alegro de que te guste. -Nos reímos y me limpié las pequeñas lágrimas que habían caído mientras miraba el regalo. Lo dejé en la mesa y le abracé escondiendo mi cabeza en su cuello-.
-No me merezco todo esto... -Me apreté contra él más fuerte deseando no separarme nunca y me acarició la espalda suavemente-.
-Te mereces la luna, las estrellas y todo lo que te puedas imaginar. Eres la persona más buena del mundo, mírate... Eres como una niña, mi niña, pero eres la chica más madura que conozco. –Me estrechó entre sus brazos y dejé un par de besos en su cuello-.
-Venga, vamos a verlo otra vez, porfa. –Cogí mi regalo y tirando de él nos sentamos en el sofá-.

Me senté en sus piernas y Dani rodeó mi cintura con sus brazos, me daba pequeños besos en el hombro y juntos íbamos mirando todas las fotos y leyendo lo que él había escrito, al recordar tanto se me humedecían los ojos, y cada vez que notaba que yo me emocionaba, él se incorporaba un poco y me dejaba un dulce beso en la mejilla.
Al terminar de ver el libro por tercera vez lo dejé encima de la pequeña mesa de madera que había encima del sofá y le abracé fuerte. Al rato me separé un poquito y junté mi frente a la suya.
-Dani…
-Dime.
-Que te quiero, te quiero infinito elevado al infinito… -Sonrió acariciándome la cara y se acercó a mi oído para susurrarme-.
-Y no se puede más. –Me estremecí y me abrazó más fuerte, protegiéndome del mundo-.

Eran las once y media, así que nos fuimos a la cocina a desayunar. Me senté en la mesa pero Dani preparó dos bandejas en las que puso todo el desayuno que había preparado.
-¿Dónde vamos? ¿No vamos a desayunar aquí?
-Más o menos, tú espera aquí.
Vi como se iba hacia un lado del salón y apartaba un poco un armario, dejando una puerta al descubierto. La abrió de un golpe seco y me asusté.
-Dani, ¿qué coño haces? –Me acerqué poco a poco y entró tosiendo y riéndose-.
-¿Te acuerdas que te dije que descubrí una especie de lugar secreto? Mira, sal aquí…
Le cogí de la mano y salí por la estrecha puerta que acababa de aparecer como de la nada. Fuera se podía ver una cascada con un pequeño lago, de ahí que yo escuchaba agua cuando llegamos… Un poco más lejos había un pozo tapado con cemento, y el bosque más verde que nunca había visto. Me quedé boquiabierta al ver todo eso y bajé un escalón de madera que bajaba a ese bosque desde la especie de terraza en la que estábamos, pero Dani me frenó agarrándome del brazo.
-Eh, quieta Pedroche, ¿no lees eso? –Retrocedí y en un árbol se podía leer claramente “NO PASAR. TERRENO PELIGROSO”. Retrocedí más y Dani se rió- Tampoco huyas, que no es para tanto…
-Calla, idiota… ¿Por qué pone eso, y por qué la puerta está tapada, y por qué a este sitio solo se puede acceder desde la casa, y por qué solo lo conoces tú, y…?
-Cris, tranquila hija… Vamos a desayunar y te lo cuento. –Sonreí y asentí con la cabeza-.
Nos sentamos en una mesa de madera que había ahí fuera y Dani me cubrió los hombros con una manta.
-Venga va, cuenta.
-A ver, por donde empiezo… Cuando yo era pequeño vi esa puerta mientras veía la tele, así que moví el armario aprovechando que mis padres y Nacho se habían ido al pueblo y salí aquí. Había columpios y un tobogán que terminaba en el lago. Me puse a jugar aquí y la puerta se cerró, no había otra forma de entrar a la casa porque el terreno está vallado, ya que esto se supone que es privado, solo para esta casa, por eso no se puede entrar desde fuera. Me quedé aquí hasta las diez de la noche que volvieron mis padres, entonces llamaron a la señora de la casa, a Rosa, y tras ver el armario corrido supo que estaría aquí. Abrió la puerta y pude entrar dentro.
-¿Y te quedaste aquí tú solo? Da un poco de miedo, y más de noche… ¿Y por qué está cerrado?
-A eso voy… Me fui con Rosa a su casa y me pidió que no volviera a entrar ahí más. Llamó a alguien para que desmontara los columpios y el trampolín y el tobogán al lago, y mandó asegurar más la puerta, pero yo volví a abrirla un año, después de que mis padres discutieran, porque necesitaba estar solo. Se supone que una niña hace muchos años, jugando, se cayó a aquel pozo y la dieron por muerta. –Me estremecí y Dani me abrazó por los hombros- Si quieres paro de contártelo…
-No, no, termina… Pero no me sueltes ¿vale? –Apoyé mi cabeza en su hombro y sonrió-.
-Tranquila, pequeña.
-Va, sigue…
-Bueno… Dieron a la niña por muerta porque no se escuchaba nada, y el pozo era demasiado profundo. Pasó hace muchos años y no tenían cámaras ni nada con lo que comprobar si ella estaba realmente muerta, así que taparon el pozo con cemento para prevenir otros accidentes como aquel. Dicen que esa noche los padres de la niña escucharon los gritos de su hija desde dentro del pozo, comprobando que estaba viva. Debió darse un golpe al caer y por eso la dieron por muerta, pero se equivocaron. No podían quitar el cemento del pozo, así que la niña acabó muriendo ahí dentro varios días después… Y esa es la historia de por qué esta parte de la casa quedó oculta.
-Vale… Ahora estoy acojonada. ¿Pero y si es una leyenda urbana?
-Eso creía yo cuando era pequeño y Rosa me lo contó, pero al volver años después, yo tendría 17 o así… Hablé con ella y salió el tema, le dije que no me lo creía, pero me dijo que la niña del pozo era su hermana, y esta era su casa cuando eran pequeñas, pero evidentemente, sus padres quisieron venderla y ella la compró anónimamente para alquilarla ahora a gente como nosotros, no quería perder la casa de su infancia… Por eso me dijo que no saliera, no le gusta, ella dice que el alma de su hermana sigue por aquí.
-Ay, Dani… ¿Y no te daba cosa salir aquí?
-No, porque desde el principio no creí la historia, y cuando ella me convenció de que era verdad años después este lugar se había convertido en parte de mí, y no me da miedo estar aquí. Me creo la historia, pero no creo en fantasmas, Cris…
-La verdad es que este lugar es precioso, y si a ti no te da miedo tampoco tiene por qué dármelo a mí.

Sonrió y me atrajo hacia él para abrazarme. Me coloqué bien la manta tapándonos a ambos y dirigí la mirada hacia el lago, entonces me imaginé a las niñas jugando, felices… No pude evitar dejar escapar una lágrima pero al instante sonreí. Estaba feliz de que Dani me hubiera enseñado su lugar especial, ese que solo conocíamos él, yo, y la familia de Rosa.