domingo, 30 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 53: IMBÉCIL



Ya era sábado y teníamos que volver a Madrid a medio día, así que nos esforzamos en aprovechar bien la mañana.
Desayunamos de nuevo en la terraza, y cuando recogimos todo decidimos bajar al jardín.
-¿Seguro que no es peligroso? –pregunté antes de bajar-.
-Sí, Cris. Hay lobos, y bichos, nos van a comer… -retrocedí y se rió tirando de mí- No seas tonta, que aquí el único que te va a comer soy yo.
-Cómo aprovechas… -Me pegó a él y me besó el cuello dejando pequeños mordiscos-.

Bajamos y comenzamos a andar por el césped. Desde ahí era todo aún más bonito, pero cada vez que Dani empezaba a andar hacia el lado del pozo yo le tiraba un poco del brazo para que fuéramos hacia el otro lado. Y cómo no, empezó a picarme…
-Te da miedo…
-No me da miedo, pero quiero ir por ahí.
-Te da miedo y lo sabes.
-Que no me da miedo. –Miré el pozo y me crucé de brazos-.
-Que sí. –Le pegué un empujón y seguí andando hacia el lago-.
-Que te den, Daniel. –No tardé en sentir sus manos rodeando mi cintura y sonreí un poco. Me susurró al oído-.
-Miedica… -Me estremecí y sonrió en mi oreja-.
-Sabes que si no fuera eso uno de mis puntos débiles te pegaría ahora mismo…
-Ya, pero qué pena, porque conozco todos y cada uno de tus puntos débiles. ¿O no? –Siguió susurrándome y cerré los ojos asintiendo-.
-Eres imbécil… -Me giró poniéndose en frente de mí y sonrió mordiéndose el labio-.
-¿Ah sí?
-Sí.
-¿Cuánto? –Me agarró de la cintura fuerte y evité sonreír-.
-Mucho. –Giré la cara evitando un beso-.
-Eh, deja que te bese, tonta.
-No, no… -Puse una sonrisa pícara y me separé de él un deshaciéndome de sus brazos-.

Se acerca a mí y yo me voy alejando conforme él da pasos hacia delante, me río y empiezo a correr, pero me alcanza levantando mis pies del suelo y caemos sobre el césped. Me río, ya sin fuerzas, y me giro para mirar a Dani a los ojos. Se apoya sobre un brazo y pone su mano en mi barriga. Siento un escalofrío. Sonrío y se acerca a mis labios para besarme muy despacio. Comienza a bajar sus besos desde mi boca hasta mi cuello y le agarro de la camisa para que se coloque encima de mí. Lo hace y le acaricio el pelo de la nuca cerrando los ojos. Se separa un poco y se ríe.
-Para que luego digas que no quieres que te bese, eh Pedroche…
-Calla, imbécil. –Le pego suave en el brazo y me sonrojo-.
-Ah, ¿pero que sigo siendo un imbécil? Entonces mejor me voy. –Va a levantarse pero le agarro del brazo-.
-No te vayas… Que eres un imbécil, pero eres mi imbécil. –Puse cara de niña buena y me mordió suave el labio sonriendo-.
-Te quiero, ¿lo sabes?
-Sí… -Respondo con voz dulce y acaricio mi nariz con la suya sonriendo-. Y yo a ti, mucho, mucho, mucho.

Sonríe y vuelve a bajar sus besos a mi cuello, siguiendo ese camino que sabe que me vuelve loca. Cierro los ojos de nuevo y mis manos se pierden en su pelo. Se acomoda encima de mí cuando le dejo hueco entre mis piernas y su mano se cuela por debajo de mi camiseta. La sube lentamente y va a parar debajo de mi sujetador. Sonrío arqueando la espalda pidiéndole más pero cuando va a quitarme la camiseta le freno. Saca la cabeza de mi cuello y yo intento hablar normal.
-Dani, ¿aquí…?
-No hay nadie.
-Ya, pero no sé…
-Lo único que yo sé es que te apetece tanto como a mí. –Sonrío al escucharle y asiento un poco con la cabeza, gesto que le sobra para volver a atacar-.

Sube a mis labios y nos besamos apasionadamente hasta que me gira para quedar encima de él. Y allí, en el jardín de esa casa perdida en medio de la nada, nos desnudamos poco a poco, besando todas las partes del cuerpo del otro y disfrutándonos como dos locos. Me hace suya y yo le hago mío una de tantas veces más. 

martes, 25 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 52: TE ENCANTO


Tercer día. Al siguiente teníamos que volver a Madrid y estaba claro que a ninguno de los dos nos apetecía.
Por la mañana me despertó la luz que entraba por la ventana, me levanté con pereza a cerrarla y volví a la cama. Por suerte, la tormenta duró solo una noche y no nos jodió todas nuestras mini vacaciones.
Eran ya las diez de la mañana, así que decidí despertar a Dani. Me senté a su lado en la cama y comencé a acariciarle con un dedo la espalda y el brazo, pero no se despertaba.
Me agaché y le dejé un camino de besos por su columna, desde la nuca hasta la cintura. Se giró en la cama quedando boca arriba y parpadeó un par de veces, pero volvió a cerrar los ojos. Le besé en la mejilla varias veces y le acaricié su nariz con la mía.
-Dani, no te duermas.
-Un ratito más… -Me agarró del brazo tirando de mí hacia abajo y me abrazó contra su pecho-.
-Que no, pesado, que ya son las diez y media, levanta. –Volví a quedarme sentada y se tapó la cabeza con la manta-.
-Me duele la cabeza, Cris…
-¿En serio, o es para no levantarte?
-En serio, creo que tengo fiebre… -Le quité la manta de la cabeza y le puse una mano en la frente-.
-Creo que sí. ¿Tienes frío? –Asintió tapándose otra vez y me levanté vistiéndome-.
-Pero no te vayas… -Me agarró la mano y se la acaricié-.
-Voy a traerte una camiseta y algo para la fiebre, cielo, ahora vengo.

Fui a la cocina a prepararle algo de desayuno para que pudiera tomarse la pastilla y cogí de su maleta una camiseta que tenía pinta de abrigar bastante. Dejé el desayuno en la mesita y le ayudé a ponerse la camiseta y a comer un poco. Se tomó la pastilla y me cogió la mano abriendo un poco los ojos.
-Quédate aquí conmigo, porfa. –Sonreí y me senté a su lado-.
-Nunca te habías puesto malito desde que estamos juntos. –Sonrió y apoyó su cabeza en mi barriga-.
-Pues ahora soy yo el que quiere mimos…
-Qué tonto… -Le acaricié el pelo tapándonos con la manta y me reí-.
-Voy a pensarme lo de fingir que me pongo malo si me cuidas tan bien, eh.
-No… Que no me gusta verte así. –Se giró sonriendo y me dio un beso en el estómago colocándose bien en la cama. Me acosté yo también y metió la cabeza en mi cuello abrazándome-.
-Esto en dos horas se me pasa, ya verás. –Noté como tiritaba y le puse otra manta por encima-.
-Sí, tiene toda la pinta… -Acabó quedándose dormido en mi cuello y a los tres cuartos de hora me levanté-.

Recogí la habitación sin hacer mucho ruido y preparé la ropa para que al día siguiente solo tuviera que meterla a la maleta. También doblé la de Dani y la coloqué junto a la mía.
Fui al pequeño salón de la casa y me lo pensé un momento, pero al final salí por esa pequeña puerta apartando el armario al jardín de la casa, al lugar de Dani, que ahora era mío también. Estuve allí sola una media hora con la manta que nos habíamos dejado la otra vez sobre los hombros porque hacía frío. Miré los escalones que llevaban hasta la cascada y el cartel de “NO PASAR”. Supongo que me pasó como a todos los demás, que cuando hay algo prohibido solo queremos hacerlo, por peligroso que sea o las consecuencias que tenga. Quería bajar a ese jardín.
En ese momento Dani apareció por la puerta restregándose los ojos. Me levanté y fui hacia él para meterle dentro.
-Dani, ¿qué haces? No salgas con este frío, vuelve a la cama, anda.
-Es que no sabía donde estabas. –Sonreí y fui con él dentro-.
-Estaba pensando…
-¿En qué?
-Un poco de todo. Acuéstate. ¿Te encuentras mejor?
-Un poco, pero quédate conmigo allí, por favor… -Le acaricié la espalda sonriendo y le arropé con las mantas sentándome a su lado en una silla-.
-Vale, me quedo. –Sacó una de las manos y se la cogí con las mías-.
-¿En qué estabas pensando antes?
-En muchas cosas… En nosotros, en lo que me está gustando esta escapadita, en Flo, en el programa, en la curiosidad por bajar a ese jardín… -Sonrió y tiró de mi mano-.
-Abrázame. –Dijo en un susurro-.
Me senté en la cama y Dani se incorporó un poco, le abracé dejando su cabeza apoyada en mi pecho. Le acaricié el pelo suavemente y sonrió escondiendo su cabeza en mi cuello.
-Gracias por todo, Cris.
-Nada de gracias. ¿Tienes hambre? –Negó con la cabeza y se acostó de nuevo-.
-Te estoy jodiendo el día…
-¿Pero qué dices, tonto? Me encanta cuidarte, me siento útil. Además, mientras dormías he preparado toda la ropa de los dos y así mañana solo tenemos que meterla en las maletas.
-Gracias, pequeña. –Me acerqué a él y le di un beso suave en la mejilla. Cerró los ojos sonriendo y me quedé un rato más con él hasta que volvió a dormirse-.

Fui al baño a darme una ducha y comprobé que seguía sin bajarme la regla. Suspiré y me fui a la cocina a preparar algo de comer para los dos. Cuando Dani se despertó otra vez comimos y volvió a tomarse la pastilla, parecía que ya estaba mejor.
El resto de la tarde nos la pasamos viendo películas en la pequeña tele del salón y riéndonos de tonterías.
Al llegar la noche ninguno de los dos teníamos sueño, él por haber estado todo el día durmiendo y yo por estar todo el día sin hacer nada. Salimos a la terraza de la casa y a mí me seguía comiendo la curiosidad.
-Dani… -Se rió sabiendo qué iba a decirle y me abrazó por los hombros-.
-Que sí, pesada, que mañana bajamos ahí si quieres. Yo bajé una vez, pero me cagué de miedo y volví dentro, quería llegar a la cascada, tiene que estar bien. -Sonreí con su respuesta y le besé la mejilla dulcemente- Odio estar malo, solo porque no me das besos de verdad…
-Creo que podrás soportarlo, ponte bueno pronto y así puedo besarte. –Se rió y fuimos dentro agarrados de la cintura-.
-¿Bueno? Si yo estoy buenísimo, ¿es que no me ves? –Le pegué en el hombro y nos tumbamos en la cama-.
-Eres un flipado.
-Pero te encanto.
-Qué le vamos a hacer… -Se apoyó sobre el codo y le di un pequeño beso en los labios-.
-¿Sabes que te quiero mucho, verdad, mi niña? –Sonreí acomodándome sobre su pecho y cerré los ojos. Me acarició el pelo y empecé a quedarme dormida-.
-Y yo a ti también.  

viernes, 21 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 51: DIFERENTE


Me separó un poco de él cogiendo mi cara entre sus manos y me limpió las lágrimas sonriendo un poco.
-¿Qué te pasa, pequeña?
-Me pasa que te quiero, que todo esto no parece real, no puede ser real algo tan perfecto… Eres tan diferente a… No sé, a todo y a todos. No sé ni como explicarlo.
-Y tú eres perfecta, esto que tenemos es perfecto, y es para siempre.
-¿Infinito elevado a infinito?
-Y no se puede más. –Sonreí como una niña pequeña y me acercó a él para besarme la mejilla dulcemente. Se acercó a mi oído y me susurró un pequeño “te quiero” en él. Busqué sus labios y choqué su boca con la mía en varios besos cortos. Introdujo sus manos debajo de mi camiseta pero le frené-.
-Espera…
-¿Qué pasa? –Sonreí y fui hasta mi bolso a la entrada, me siguió y coloqué la llave que acababa de regalarme en mi llavero. Sonrió al ver lo que hacía y me abrazó por detrás bajando sus besos por mi cuello muy despacio- Falta el postre…
-Creo que puede esperar. –Cerré los ojos tras decirle esto y eché la cabeza hacia atrás dándole más accesibilidad a mi cuello-.

Esta vez sí, coló sus manos debajo de mi camiseta y me acarició el estómago haciendo círculos alrededor de mi ombligo mientras me besaba el cuello muy despacio. Subió sus manos por mis costados y suspiré provocando su sonrisa en mi cuello. Se deshizo de mi camiseta cuando le molestaba y bajó el tirante de mi sujetador agarrándolo con los dientes.

Me giré para quedar cara a cara con él y le besé haciendo que nuestras lenguas se entrelazaran una vez más dentro de nuestras bocas.
Bajé mis manos por su pecho y cuando llegué al extremo de su camiseta tiré de esta hacia arriba para quedar en igualdad de condiciones.
Dí un paso al frente haciendo que nuestros cuerpos chocaran. Al sentirlo, al sentirme, me agarró de la cintura para que no me separara y suspiré dentro del beso.

Me cogió en brazos como una princesa y fue hasta la habitación. Me tumbó en la cama y se sentó a mi lado sin dejar de besarme. Cuando me cansé de esa posición tiré de su brazo para que se tumbara encima de mí y así lo hizo.
Siguió besándome despacio y comenzó a bajar sus besos desde mi boca hasta mi cuello. Coloqué las manos en su espalda y clavé mis uñas suavemente en ella. Sonrió en mi cuello y yo solté una pequeña risita.

Me agarró los brazos subiéndolos por encima de mi cabeza y me cogió las dos manos con una de las suyas y con la otra me acarició la barbilla mirándome a los ojos. Sonreí y volvió a esconder su cabeza en mi cuello.

Bajó los besos por mi garganta hasta llegar a mi pecho y fue dejando pequeños besos lentos en el límite de mi sujetador.
Solté un pequeño gemido cuando me clavó suavemente los dientes en el pecho y su boca siguió bajando hacia abajo. Arqueé la espalda pidiéndole más y la mano que no sujetaba las mías se metió debajo de mi sujetador.

Me soltó las manos y tiré de él hacia arriba para volver a atrapar su boca con la mía. Nos giré para quedar encima de él y aprovechó la posición para deshacerse de mi sujetador.
Recorrí cada milímetro de tu pecho con mis manos y le besé el cuello lentamente, aumentando el ritmo cuando él me acariciaba todos mis puntos débiles que ya sabía de memoria.
Sonreí satisfecha al escuchar sus leves gemidos en mi oído y terminamos de desnudarnos mutuamente para luego cambiar posiciones.

Él volvió encima de mí y los dos disfrutamos de las caricias del otro unos minutos más.
Se introdujo dentro de mí muy despacio y los dos dejamos que nuestros gemidos de placer se perdieran en el aire mientras me hacía el amor despacio, sin prisas, libres, demostrándome que me quería y confirmando mis sospechas de que sí, de que él era diferente. Lo nuestro era diferente. A todo y a todos.

jueves, 20 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 50: TERCER REGALO


Para Raquel, por ayudarme con esto, 
por todas esas noches increíbles 
y por ser tan paciente. 
Te quiero, cuchufleta.

Al rato salimos de la bañera y me abrazó de nuevo rodeándome con la toalla. Le revolví el pelo y nos pusimos el pijama, porque estaba lloviendo todavía y no saldríamos a la calle. Me puse su sudadera enorme y le abracé por detrás.
-¿Y cuándo me das mi último regalo?
-Después de cenar, que te voy a preparar una cena de princesa, ya verás.
-Hmm… Qué ganas de ver eso. -Le dejé un beso en la clavícula y se giró para abrazarme- ¿Estás mimoso tú hoy?
-Sí… -Puso voz dulce y le besé la mejilla varias veces-.
Nos fuimos al sofá y estuvimos el resto de la tarde viendo películas abrazados, hasta que se hizo la hora de cenar y Dani empezó a prepararlo todo, y no me dejó mirar nada hasta que estuvo acabado.

Preparó una mesa perfecta, y la cena más aún, y a una de las sillas había atado con una cuerda un globo rojo. Sonreí al ver todo eso y me abrazó por detrás dándome un beso en el pelo. Puse mis manos encima de las suyas, apoyadas en mi estómago y las acaricié suavemente.
-Me encanta… -Me di la vuelta subiendo los brazos a su cuello y le dejé un tierno beso en los labios- ¿Y ese globo?
-¿Te acuerdas de nuestra primera cita? –Sonreí ampliamente y volví a besarle-
-Nunca voy a olvidarla. Me regalaste un globo igual… -Me besó él a mí-.
-Exacto. Y dentro del globo está tu regalo. –Me zafé de su abrazo y me dirigí al globo, pero me cogió del brazo y me giró hacia él- No tan rápido, Pedroche. Que primero hay que cenar.

Me pasé toda la cena fijando la mirada en el globo para intentar ver mi regalo, pero no se veía nada, así que Dani se dio por vencido antes de los postres y me dejó coger el regalo.
Cogí un tenedor y exploté el globo, haciendo que mi tercer regalo cayera al suelo. Me agaché y recogí el pequeño objeto plateado. Una llave.
Me incorporé a la vez que él se levantaba de la silla y le miré a los ojos sonriendo levemente con la llave en la mano.
-Sé que es pronto, y todo eso, y no te estoy pidiendo que vengas a vivir conmigo si tú no quieres, pero quiero que tengas la llave de mi casa y que entres y salgas cuando quieras, quiero que, cuando te apetezca, sea también tu casa.

En ese momento se me borró la sonrisa y recordé algo de hace un año justo…
“-¡Mamá, me voy a casa de Miguel! –Veo como mi madre se acerca hacia mí corriendo y me llena la cara de besos-.
-Ay mi niña, qué mayor te estás haciendo… ¿Vas a dormir con él?
-No, luego saldré con Irene y las chicas y dormiremos todas juntas para celebrar el cumple. –Sonrío y mi madre esboza una sonrisa enternecedora-.
-Vale cielo, no bebáis mucho, y volved pronto a casa y todo eso… Y pásalo bien, disfruta de lo que te queda de cumple.
-Gracias mami, lo haré. –Vuelve a besarme y salgo por la puerta-.

Llevo unos días enfadada con Miguel, me trata mal y no me gusta… Pero al fin y al cabo es mi novio, no puedo decir que no quiero verle en el día de mi cumpleaños.
Subo al autobús y en la parada que queda más cerca de su casa me bajo. Llamo al timbre y espero a que me abra la puerta apoyada en la pared de en frente. Me abre y le abrazo.
-Felicidades, cariño.
-Muchas gracias. –Sonrío y le doy un pico. Entramos a su casa y dejo el bolso en la mesa-.
-¿Qué tal has pasado el día?
-Genial, con mis primos y mi familia… Adoro estar con ellos. –Veo como deja de sonreír y me agarra una mano-.
-Pero tú eres mía.
-Yo no soy de nadie, Miguel. –Me aprieta más fuerte sonriendo falsamente y al poco rato me suelta. Odio que haga eso-.
-Bueno, voy a darte mi regalo. –Sonrío y le sigo hasta la habitación. Abre el cajón de su mesita de noche y saca una caja negra. Me la da, y al abrirla me encuentro una llave, de su casa-.
-Mi… Miguel, ¿y esto?
-Quiero que te vengas a vivir conmigo, para estar más tiempo juntos. –Cierro la caja y se la devuelvo agachando la cabeza-.
-No, Miguel… No quiero. Ahora estoy bien con mis padres y no quiero dejar mi casa todavía. –Noto el enfado en sus ojos y retrocedo por instinto. Se acerca a mí hasta que quedo pegada a la pared y me agarra de los hombros besándome el cuello-.
-No pasa nada, cuando estés preparada… -Pero yo sé que no es sincero, que está cabreado-.
Comienza a besarle y le sigo el juego, hasta que es desagradable. Me muerde el labio y me hace daño. Me quita la camiseta de un tirón y me empuja a la cama poniéndose encima de mí. Me agobia. Empieza a acariciarme todo el cuerpo y me muerde el cuello. Me hace daño otra vez, tanto con sus manos como con sus dientes, e intento separarme.
-Miguel, no quiero… Tengo que irme a cenar con Irene. –Se separa un poco y aprovecho para salir de debajo de él. Me mira furioso mientras me pongo la camiseta y me agarra del brazo-.
-¿Es que no te vas a quedar a dormir?
-No, Miguel, quedé con ellas hace semanas, no puedo dejarlas tiradas. –En ese momento me da un bofetón en la cara con todas sus fuerzas y choco contra el suelo. Me levanto rápido sin mirarle y cogiendo mi bolso salgo de su casa después de escuchar como me llama zorra-.”

Cerré los ojos fuertemente y no dejé que Dani hablara más, me tiré a sus brazos enganchándome a su cuello y escondí la cabeza ahí. Tenía los ojos encharcados y apretaba muy fuerte la llave dentro de mi mano.
Al principio Dani se sorprendió, luego me abrazó estrechándome contra su pecho y no fue necesario que ninguno de los dos dijera nada más. 

martes, 18 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 49: MASOCA...



Me desperté cuando un trueno retumbó en el cielo y eran las seis de la tarde, me había quedado dormida, después de comer, encima de Dani pero ahora no estaba. Fui a la habitación, al baño y a la cocina gritando su nombre pero no contestaba nadie, entonces vi una nota pegada a la puerta.

“He bajado al pueblo a comprar un par de cosas para esta noche, pero vuelvo pronto. Te quiero”

Otro trueno. Fui a la habitación y me escondí debajo de las mantas. El viento y la lluvia golpeaban las ventanas y, para qué negarlo, tenía miedo allí sola.
Dani tardó solo quince minutos en llegar, aunque se me hicieron eternos, cuando le vi aparecer por la puerta salté de la cama y me acurruqué en su pecho. Dejó las bolsas en el suelo y me estrechó contra su pecho tosiendo.
-Ei, pequeña, ¿qué pasa?
-Que tenía miedo… Y tú estás empapado… -Me separé un poco y se quitó la sudadera-.
-Ya… Es que fui andando porque hacía buen tiempo, y mira ahora.
-Pues corre a la ducha, que como te pongas malo la hemos liado. –Sonrió y se quitó la camiseta, también empapada-.
-Vale, voy…

Llevó las bolsas a la cocina y cogió algo que no pude ver de una de ellas guardándoselo en el bolsillo de los vaqueros. Me senté en el sofá y puse la tele, pero a los cinco minutos más o menos Dani me llamó.
-Cris, ¿puedes venir?
-Sí, ¿qué quie… -Entré al baño y vi que había llenado la bañera de agua y espuma y había puesto velitas alrededor. Sonreí y me giré hacia él- ¿Y esto?
-Pues que una ducha juntos iba a ser muy cutre para celebrar tu cumple, ¿o no?

Volví a sonreír y subí mis brazos a su cuello rodeándolo.
-Te quiero. –Rocé mis labios con los suyos y sonrió-.
-Y yo, mi niña. –Junté nuestros labios en un beso rápido y una de sus manos se coló en mi camiseta. Le acaricié el pecho y me separé un poco-.
-Dani, estás helado.
-Hombre, sigo empapado y hace un frío horrible ahí fuera, quizá eso cuente…
-Imbécil… -Me reí y le golpeé el brazo- Pues métete en la bañera, que voy a coger dos toallas.

Fui a la habitación a por las toallas y al volver al baño las dejé encima del lavabo, apagué las luces para que solo se vieran las velas y me desnudé para entrar con él a la bañera.
Me senté de espaldas a él apoyando mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, noté como se aferraba a mi cintura con sus brazos y sonreí.
-Definitivamente… Este es el mejor cumpleaños de mi vida.
-Me alegro, chiquitina. ¿Y a tus padres no les ha molestado que vengas? Ellos también querrían estar contigo… -Me giré un poco para mirarle y dejó un beso en mi mejilla-.
-Qué va. A mi madre le encantas, y mi padre dice que me convienes, que no te deje escapar. ¿Quieres que te cuente una cosa? –Volvió a besar mi mejilla con una sonrisa de niño pequeño emocionado y asintió con la cabeza- A ver… Bueno. Cuando me dejaste y me ingresaron, al despertar en el hospital estaban mis padres, y me preguntaron que qué había pasado. Les conté que estaba haciendo el tonto en casa y que me caí y me di un golpe en la cabeza, no les dije que me desmayé por el mensaje, y… -Agachó la cabeza y busqué su mirada- Dani, que está todo bien, estoy bien, y estamos juntos ¿no? No te culpes más por eso…
-Pero es que yo tuve la culpa, Cris…
-No. Tú intentaste hacerme más fácil dejar de quererte creyendo que te odiaría, pero no pude, así que no es culpa tuya… Deja que termine de contártelo.
-Vale. –Suspiró y me eché el pelo a un lado-.
-Bueno, como mis padres te tenían en un altar y en cierto modo yo no quería aceptar que todo había sido mentira, que en realidad no me querías, les conté que nos peleamos y que nos estábamos dando un tiempo, y que no venías a verme porque estabas en un viaje de negocios, pero que estábamos bien.
-¿Por qué hacías todo eso? Y aquel día en plató, delante de Anna… ¿Por qué no le dijiste que te habías mareado por mi culpa?
-Pues porque la cara que mostrabas conmigo era realmente asquerosa, y no quería que nadie se enfadara contigo por mi culpa. Yo te seguía queriendo, al fin y al cabo. –Me abrazó más fuerte y sonreí. Pegó sus labios a mi cuello y me susurró al oído-.
-Yo también te he querido, siempre, siempre, siempre.

Bajó otra vez con sus labios a mi cuello y comenzó a besarme muy despacio, mi respiración empezó a acelerarse y subió su mano de mi cintura a mi pecho, con la otra me sujetaba fuertemente pegándome a él. Suspiré cerrando los ojos y eché la cabeza hacia atrás dándole más accesibilidad. Sonreí al notar que él también se estaba poniendo contento y me apoyó en la bañera para dejarse caer encima de mí. Entendí que quería llevar las riendas y me dejé hacer, agarrándome a sus hombros con la poca fuerza que tenía ya… Puse las plantas de mis pies en la bañera doblando las piernas y se colocó en medio de estas.

Dirigió sus besos por mi pecho y atrapó mi pezón con sus dientes, yo le clavé las uñas suavemente en la espalda y solté un gemido agudo.
-Dani… -Subió de nuevo hasta mi boca y le mordí el labio con pasión impulsando con ansia mis caderas hacia arriba- Sigue.
Sonrió pícaramente y bajó su mano por mi estómago hasta llevarla entre mis piernas, le mordí en el hombro y le besé el cuello al mismo ritmo que él me acariciaba.
Escondí mi cabeza en su cuello acariciándole el pelo de la nuca y me agarró fuerte de la cintura para atraerme hacia él e introducirse dentro de mí.
Le arañé la espalda y soltó una risita nerviosa mientras se movía encima de mí.

-Adoro que hagas eso. -sonreí al escuchar su voz igual de entrecortada que la mía-.
-Masoca…
-No… -gemí y él suspiró- Me pone mucho –Volví a clavar mis uñas en su espalda y sonrió-.
-Me encantas.
-Exagerada. –Le besé el cuello demostrándole lo mucho que me gustaba y le mordí el lóbulo de la oreja-.
-Calla y sigue.

Aumentó el ritmo y tras varios gemidos más por mi parte y mordiscos por la suya terminamos. Se quedó tumbado encima de mí y le rodeé el cuello con los brazos abrazándole contra mi cuerpo, él se aferró a mi cintura y nuestros cuerpos quedaron pegados a cada milímetro. Sonreí y le mordí suavemente la oreja. Me dio un beso entre el hombro y el cuello y escondió la cabeza ahí.
-Y yo adoro que hagas eso siempre que terminamos de hacer el amor… -Noté su sonrisa en mi cuello y se incorporó un poco para  besarme-.
-Y yo te adoro a ti, ¿eso sirve?
-Siempre sirve. –Sonrió y me estrechó contra su pecho volviendo a besarme lento, suave, entrelazando nuestras lenguas tranquilamente-. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 48: MI LUGAR ESPECIAL



Después de estar un rato calmando nuestras respiraciones nos duchamos juntos y, finalmente, nos vestimos. Mientras preparaba el desayuno le abracé por detrás dejando un beso en su espalda y le susurré al oído.
-Creo que antes ha sido suficiente para convencerte a que me des mi regalo, ¿o no? -Se estremeció y sonreí al notarlo-.
-Sí... La verdad es que sí. Si vas a convencerme de todo así a partir de ahora...
-Ay calla, tonto, que me da vergüenza. -Me sonrojé y se dio la vuelta acariciándome las mejillas-.
-Qué bonita eres... -Sonreí y me dio un suave beso en los labios- Va, voy a por tu regalo.

Me senté en la encimera de la cocina y esperé a que Dani volviera con mi regalo. Lo trajo envuelto en un papel precioso que intenté no romper al abrirlo, pero acabé desesperándome como siempre y rompí el papel.
Cuando vi el regalo se me humedecieron los ojos.
Era una especie de libro lleno de fotos nuestras desde el día que empezamos, incluso de cuando no estábamos juntos. Había una foto mía en el hospital, pero no quiso decirme cuándo me la había hecho. Debajo de cada foto, por los lados, arriba... Por todos lados había frases y comentarios que él había escrito, y en la última página una especie de carta preciosa.
Le miré a los ojos y una lágrima cayó por mi mejilla.
-Dani... Esto es... En serio, es...
-Me alegro de que te guste. -Nos reímos y me limpié las pequeñas lágrimas que habían caído mientras miraba el regalo. Lo dejé en la mesa y le abracé escondiendo mi cabeza en su cuello-.
-No me merezco todo esto... -Me apreté contra él más fuerte deseando no separarme nunca y me acarició la espalda suavemente-.
-Te mereces la luna, las estrellas y todo lo que te puedas imaginar. Eres la persona más buena del mundo, mírate... Eres como una niña, mi niña, pero eres la chica más madura que conozco. –Me estrechó entre sus brazos y dejé un par de besos en su cuello-.
-Venga, vamos a verlo otra vez, porfa. –Cogí mi regalo y tirando de él nos sentamos en el sofá-.

Me senté en sus piernas y Dani rodeó mi cintura con sus brazos, me daba pequeños besos en el hombro y juntos íbamos mirando todas las fotos y leyendo lo que él había escrito, al recordar tanto se me humedecían los ojos, y cada vez que notaba que yo me emocionaba, él se incorporaba un poco y me dejaba un dulce beso en la mejilla.
Al terminar de ver el libro por tercera vez lo dejé encima de la pequeña mesa de madera que había encima del sofá y le abracé fuerte. Al rato me separé un poquito y junté mi frente a la suya.
-Dani…
-Dime.
-Que te quiero, te quiero infinito elevado al infinito… -Sonrió acariciándome la cara y se acercó a mi oído para susurrarme-.
-Y no se puede más. –Me estremecí y me abrazó más fuerte, protegiéndome del mundo-.

Eran las once y media, así que nos fuimos a la cocina a desayunar. Me senté en la mesa pero Dani preparó dos bandejas en las que puso todo el desayuno que había preparado.
-¿Dónde vamos? ¿No vamos a desayunar aquí?
-Más o menos, tú espera aquí.
Vi como se iba hacia un lado del salón y apartaba un poco un armario, dejando una puerta al descubierto. La abrió de un golpe seco y me asusté.
-Dani, ¿qué coño haces? –Me acerqué poco a poco y entró tosiendo y riéndose-.
-¿Te acuerdas que te dije que descubrí una especie de lugar secreto? Mira, sal aquí…
Le cogí de la mano y salí por la estrecha puerta que acababa de aparecer como de la nada. Fuera se podía ver una cascada con un pequeño lago, de ahí que yo escuchaba agua cuando llegamos… Un poco más lejos había un pozo tapado con cemento, y el bosque más verde que nunca había visto. Me quedé boquiabierta al ver todo eso y bajé un escalón de madera que bajaba a ese bosque desde la especie de terraza en la que estábamos, pero Dani me frenó agarrándome del brazo.
-Eh, quieta Pedroche, ¿no lees eso? –Retrocedí y en un árbol se podía leer claramente “NO PASAR. TERRENO PELIGROSO”. Retrocedí más y Dani se rió- Tampoco huyas, que no es para tanto…
-Calla, idiota… ¿Por qué pone eso, y por qué la puerta está tapada, y por qué a este sitio solo se puede acceder desde la casa, y por qué solo lo conoces tú, y…?
-Cris, tranquila hija… Vamos a desayunar y te lo cuento. –Sonreí y asentí con la cabeza-.
Nos sentamos en una mesa de madera que había ahí fuera y Dani me cubrió los hombros con una manta.
-Venga va, cuenta.
-A ver, por donde empiezo… Cuando yo era pequeño vi esa puerta mientras veía la tele, así que moví el armario aprovechando que mis padres y Nacho se habían ido al pueblo y salí aquí. Había columpios y un tobogán que terminaba en el lago. Me puse a jugar aquí y la puerta se cerró, no había otra forma de entrar a la casa porque el terreno está vallado, ya que esto se supone que es privado, solo para esta casa, por eso no se puede entrar desde fuera. Me quedé aquí hasta las diez de la noche que volvieron mis padres, entonces llamaron a la señora de la casa, a Rosa, y tras ver el armario corrido supo que estaría aquí. Abrió la puerta y pude entrar dentro.
-¿Y te quedaste aquí tú solo? Da un poco de miedo, y más de noche… ¿Y por qué está cerrado?
-A eso voy… Me fui con Rosa a su casa y me pidió que no volviera a entrar ahí más. Llamó a alguien para que desmontara los columpios y el trampolín y el tobogán al lago, y mandó asegurar más la puerta, pero yo volví a abrirla un año, después de que mis padres discutieran, porque necesitaba estar solo. Se supone que una niña hace muchos años, jugando, se cayó a aquel pozo y la dieron por muerta. –Me estremecí y Dani me abrazó por los hombros- Si quieres paro de contártelo…
-No, no, termina… Pero no me sueltes ¿vale? –Apoyé mi cabeza en su hombro y sonrió-.
-Tranquila, pequeña.
-Va, sigue…
-Bueno… Dieron a la niña por muerta porque no se escuchaba nada, y el pozo era demasiado profundo. Pasó hace muchos años y no tenían cámaras ni nada con lo que comprobar si ella estaba realmente muerta, así que taparon el pozo con cemento para prevenir otros accidentes como aquel. Dicen que esa noche los padres de la niña escucharon los gritos de su hija desde dentro del pozo, comprobando que estaba viva. Debió darse un golpe al caer y por eso la dieron por muerta, pero se equivocaron. No podían quitar el cemento del pozo, así que la niña acabó muriendo ahí dentro varios días después… Y esa es la historia de por qué esta parte de la casa quedó oculta.
-Vale… Ahora estoy acojonada. ¿Pero y si es una leyenda urbana?
-Eso creía yo cuando era pequeño y Rosa me lo contó, pero al volver años después, yo tendría 17 o así… Hablé con ella y salió el tema, le dije que no me lo creía, pero me dijo que la niña del pozo era su hermana, y esta era su casa cuando eran pequeñas, pero evidentemente, sus padres quisieron venderla y ella la compró anónimamente para alquilarla ahora a gente como nosotros, no quería perder la casa de su infancia… Por eso me dijo que no saliera, no le gusta, ella dice que el alma de su hermana sigue por aquí.
-Ay, Dani… ¿Y no te daba cosa salir aquí?
-No, porque desde el principio no creí la historia, y cuando ella me convenció de que era verdad años después este lugar se había convertido en parte de mí, y no me da miedo estar aquí. Me creo la historia, pero no creo en fantasmas, Cris…
-La verdad es que este lugar es precioso, y si a ti no te da miedo tampoco tiene por qué dármelo a mí.

Sonrió y me atrajo hacia él para abrazarme. Me coloqué bien la manta tapándonos a ambos y dirigí la mirada hacia el lago, entonces me imaginé a las niñas jugando, felices… No pude evitar dejar escapar una lágrima pero al instante sonreí. Estaba feliz de que Dani me hubiera enseñado su lugar especial, ese que solo conocíamos él, yo, y la familia de Rosa. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 47: ¿SUFICIENTE?


Lo primero que noté la mañana de mi cumpleaños fue un beso de Dani en el hombro, y sentí que no podía ser más feliz. Puse mis manos en sus hombros y tiré de él para que quedara encima de mí. Yo aún tenía los ojos cerrados, pero noté como cada milímetro de su cuerpo se pegaba al mío y poco después, sus besos suaves en mi cuello. Subió a mi oreja y me besó dulcemente el lóbulo.
-Feliz cumpleaños otra vez, princesa. –Sonreí y nos giré apoyándome encima de él-.
-Ojalá todos mis cumpleaños empiecen como este. Quiero olvidarlos todos y quedarme solo con este día. –Se rió y me quitó un mechón de pelo de la cara-.
-No digas eso, tontita… Seguro que no fueron tan malos. –Me quité de encima suyo y me tapé con la manta sacando mis brazos fuera-.
-Comparados con este, horribles. –Se puso de lado en la cama apoyándose en el codo y me acarició el brazo que quedaba más lejos de él sonriendo-.
-A ver… Cuéntame qué hiciste el año pasado.
-Pues el año pasado… -me giré hacia él y le cogí la mano- El año pasado yo estaba con Miguel. Y el único regalo que recibí de mi novio fue un guantazo en la cara y un empujón cuando le dije que quería salir por la noche con mis amigas. –Le dije todo esto mirándole a los ojos y me abrazó estrechándome entre sus brazos-.
-Pues tranquila, que a partir de ahora me voy a encargar personalmente de que todos tus cumples sean geniales. –Me habló susurrando y a mí se me puso la piel de gallina. Sonreí y le dejé un beso en el cuello-.
-Te quiero.
-Ais, mi niña… Espera aquí, que voy a darte tu segundo regalo. –Se puso los bóxers y fue de nuevo a su maleta-.
-Oye Dani… ¿Todos mis regalos están ahí? Porque podría haber cotilleado antes. –Se rió y yo me puse la ropa interior sentándome en la cama-.
-Qué graciosilla estás tú hoy, ¿no?
-Será que me hago vieja… ¿Tú lo llevas mal? Eso de ser un abuelo, digo. –Se acercó a mí y me puse de rodillas en la cama. Me cogió de la cintura y subí mis brazos a su cuello sonriendo-.
-Creo que hay una señorita por aquí que aún le quedan dos regalos de cumpleaños, pero que igual se queda sin ellos…
-No, no, la señorita quiere sus regalos.
-A ver, dame una buena razón para que te los dé ahora y no te haga esperar hasta el final del día.
-Hm… -me acerqué un poquito más a él y sonreí- ¿que es mi cumple?
-Eso es una razón muy pobre…
-¿Prefieres que te convenza?

Asintió con la cabeza y presionó sus dedos en mi espalda. Hundí mi cabeza en su cuello y suspiró al notar el contacto de mis dientes con su piel. Me entretuve un rato en su cuello y me separé sonriendo.
-¿Suficiente?
Negó con la cabeza y sonreí pícaramente. Tiré de su brazo e hice que se sentara en la cama. Me senté sobre él con una pierna a cada lado de su cuerpo y me acomodé sobre su cintura. Me agaché para besarle acariciando su pelo y comencé a moverme despacio encima de él. Puso sus manos en mis caderas y me mantuvo ahí para que no me separara. Seguí moviéndome sobre él como sabía que le gustaba y le acaricié el costado sin dejar de besarle, todo muy despacio para no acelerarnos  demasiado, aunque quizá ya fuera demasiado tarde para eso. No me importó.

Noté que ya estaba demasiado contento y me reí mordiéndole el labio.
-¿Qué pasa? –Le señalé para que viera por qué me reía y sonrió acariciándome la espalda- ¿Qué quieres, hija? Si estás ahí… Bff.
-¿Por qué no terminamos con esto antes de mi regalo? –le susurré al oído y suspiró presionando sus dedos en mi espalda. Lo tomé como un “sí” y sonreí-.

De su oreja y tras dejar un pequeño mordisco en ella bajé a su cuello para besarle efusivamente. Necesitaba estar con él, sentirle, pero también quería hacer este momento eterno.
Introduje mis manos en sus calzoncillos y los deslicé hacia abajo haciendo que desaparecieran, una vez más, entre las sábanas.
Volví a colocarme en su cintura y desabroché el cierre de mi sujetador, Dani subió sus brazos y agarrando los tirantes de éste y me lo quitó lanzándolo al suelo para que sus manos ocuparan su lugar. Me agaché hacia él y tras dejar un suave beso en sus labios bajé con mis besos a su pecho. Subí de nuevo a su boca y le besé mientras una de mis manos se dirigía a su parte más íntima.
Le acaricié durante un rato y él mismo me frenó cuando supo que no aguantaría mucho más. Sonreí y me acarició la cara pegando su cuerpo al mío y besándome con mucha pasión.
Nos giró y hundió su cabeza en mi cuello besándome como más me gustaba, y se lo demostré en forma de suspiros que salían directamente desde mi garganta.
Sin esperármelo, mientras jugaba con su boca en mi cuello deslizó una mano por todo mi cuerpo hasta colarla dentro de la única prenda de ropa que me quedaba en el cuerpo. Al sentir el contacto de sus dedos le arañé la espalda echando la cabeza hacia atrás y dándole más accesibilidad a mi cuello. Al poco tiempo le frené igual que había hecho él conmigo antes y terminó de desnudarme lentamente.
Subió sus besos desde mi rodilla hacia arriba, hasta llegar a mi pecho, donde se entretuvo un buen rato. Me agarró las manos subiéndolas encima de mi cabeza y me mordió el labio mirándome a los ojos el segundo que tardó en introducirse dentro de mí. Solté un pequeño grito de placer y cerré fuertemente los ojos, él sonrió y me volvió a besar el cuello dejando suaves mordiscos mientras se movía encima de mí al ritmo de nuestras respiraciones entrecortadas, y yo le apretaba fuertemente las manos haciendo que mis gemidos de placer se perdieran en el aire.  

miércoles, 5 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 46: FELIZ CUMPLEAÑOS


Para mi princesa, por ayudarme tanto estos días
y por hacer que mis noches sean especiales.
Siempre, empate. 

Cuando llegamos eran casi las diez, así que nos pusimos a preparar la cena en la pequeña cocina de la que sería nuestra casa estos cuatro días. Cenamos entre bromas y besos rápidos y cuando recogimos todo le abracé por detrás. Él me acarició los brazos sonriendo y le dejé un beso en la nuca. Colé mis manos por debajo de su camiseta y le acaricié el pecho mientras le dejaba besos lentos en la espalda. Al poco rato me frenó dándose la vuelta y agarrando mis manos. Me dio un beso en los labios inclinándome hacia atrás y sonreí.

-Espera… Que primero tengo que darte tu primer regalo ¿no? Pero bueno, que si no quieres nada, eh.

-¡Sí, sí! Dámelo ya, porfi. –Le puse morritos y se rió-.

-Voy a por él.

-¡Corre!

Fue a la habitación y abrió su maleta. Al volver me dijo que me tapara los ojos y se puso detrás de mí.

-No los abras, eh, no hagas trampa…

-Que noooo, pesado.

Cerré los ojos y me quitó el pelo del cuello, me dejó un beso dulce y acto seguido noté cómo me colocaba un colgante en él. Abrí los ojos y lo miré. No sé qué cara pondría en ese momento, pero estaba realmente impresionada, era lo más bonito que me habían regalado nunca.

El colgante era un simple circulito de plata con un pequeño diamante en uno de los lados, y por detrás estaba rayado C y D, 24. Nuestras iniciales, nuestra fecha, y mi vida entera, lo único que necesitaba para ser feliz.

-¿Te gusta? –Me di la vuelta, aún con el pequeño colgante entre mis manos y le miré a los ojos emocionada-.

-¿Qué si me gusta? Dani, es lo más bonito que me han regalado nunca…

-Ya, bueno… Fui a la tienda de ponys, pero no tenían rosas y opté por eso. –Me reí y le di un golpe en el brazo. Él se revolvió el pelo y sonrió-.

-Qué tonto… Me encanta, de verdad. Muchísimas gracias.

-No las des, pequeña –me acarició suavemente la cara y le cogí la mano- te lo mereces.

Entonces supe que sobraban las palabras, comprendí que nada de lo que dijera a continuación estaría a la altura. Miré sus labios con deseo y él me acercó un poco más a su cuerpo mientras yo subía los brazos a su cuello.

Sonreí a dos milímetros de sus labios y los junté con los míos en un beso lento, un beso dulce pero a la vez pasional, un beso que decía ‘te quiero’ a gritos.
Ayudándose por sus labios, Dani abrió los míos y coló su lengua para entrelazarla con la mía. Al principio jugueteaban nerviosas, como conociéndose, aunque ya fueran dependientes la una de la otra desde hace mucho tiempo. Después ese beso tornó en otro más pasional.

Colé mis manos por debajo de su camiseta y la deslicé despacio hacia arriba, solo separándome de sus labios para deshacerme de ella y que cayera al suelo. Noté sus manos, esas manos sin las que yo ya no podría vivir, en mis costados, e hizo lo mismo con mi camiseta que lo que yo había hecho con la suya hacía pocos segundos. Sonrió dentro del beso y me hizo sonreír a mí también.

Le desabroché el pantalón y caminé de espaldas hasta el dormitorio deshaciéndome de éste por el camino. Me empujó suavemente a la cama y tiró hacia abajo de mis vaqueros al ver que sobraban.
Se puso sobre mí y me agarró las manos subiéndolas por encima de mi cabeza. Se quedó mirándome y me incliné para darle un pequeño beso en los labios.
-No me mires así, que me da vergüe… -No me dejó acabar, me robó un beso y yo sonreí-.

Bajó sus besos por mi mejilla y tras susurrarme un ‘te quiero’ al oído empezó a besarme el cuello muy despacio. Me solté de sus manos y le quité los bóxers para después presionar su espalda con mis uñas. Esto lo aceleró aún más y tras un pequeño mordisco nos giró para que yo quedara encima. Me senté sobre él y desabroché mi sujetador tirándolo al suelo, Dani sonrió y me atrajo hacia él para pegar nuestros cuerpos. Me acarició la espalda desde arriba y cuando llegó abajo deslizó mi ropa interior por mis piernas hasta que se perdieron entre las frías sábanas que nosotros nos estábamos encargando de calentar.
En ese momento sonó un pitido en el móvil. Las doce en punto.

-Feliz cumpleaños, mi niña.

Me apartó el pelo de la cara y volví a besarle, esta vez más rápido. Le besé el cuello y cuando soltó el primer gemido nos dio la vuelta para volver a tener el control de la situación. Le acaricié el pelo de la nuca y nos miramos a los ojos a la vez que notaba como se introducía dentro de mí. Eché la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y pegó sus labios a mi cuello dejándome suaves mordiscos en él mientras comenzaba a moverse sobre mí. Se me escapó un gemido agudo y atrapé su labio inferior entre mis dientes. Sus manos recorrían todos los rincones de mi cuerpo y yo me limitaba a agarrarme a su espalda y besarle el cuello, el hombro, el pecho… Cuando terminó le pedí más y me coloqué encima de él para llevar yo las riendas.

Puso sus manos en mi cintura y me moví encima de él dejando que nuestros gemidos se perdieran en la habitación.

Cuando los dos terminamos caí rendida a su lado, pero no tardé en sentir el frío de la noche y me abracé a su pecho cerrando los ojos.
Dani cogió una manta y nos la echó por encima volviendo a abrazarme. Terminó de calmar mi respiración acelerada con sus caricias en mi espalda y al poco tiempo me quedé dormida en su pecho, sonriendo.